140x200 cm ~ Pintura, Acrílico
Sombras
Desde este texto deseo invitarle a reflexionar sobre la serie Sombras que, en su sencillez aparente, encierran una complejidad profunda y riqueza conceptual que trasciende su superficie. Esta serie, que se presenta como un paisaje de sombras realizadas en nogalina, nos invita a explorar la dualidad entre lo figurativo y lo abstracto, entre lo sensual y lo solemne, en un diálogo constante que remite a las búsquedas de artistas como Mark Rothko y Cy Twombly, quienes también jugaron con la frontera difusa entre la forma y la emoción.
La obra funciona como un sueño, un recuerdo de los primeros dibujos del natural en la academia de arte, donde la línea y la mancha se entrelazan en ciclos de ida y vuelta, en un movimiento pendular que remite a las ideas de Kandinsky sobre la sinestesia y la búsqueda de la expresión espiritual a través del color y la forma. La superposición de sombras y figuras hieráticas evoca las máscaras del carnaval, un símbolo de la identidad múltiple y la transformación constante, recordándonos la importancia de la máscara en la historia del arte, desde las máscaras africanas, las máscaras de Ensor o las de Picasso y su período africano.
Esta serie también es un viaje hacia el pasado, hacia una danza de contrastes que, más que opuestos, parecen complementarse o rechazarse en un juego de tensiones. La referencia a la historia del retrato sin mirada, donde la figura puede ser invasiva, neutra o sumisa, remite a las exploraciones de Francis Bacon y su retrato de la condición humana, donde la figura se despoja de la individualidad para convertirse en un símbolo universal. La obra desafía la percepción tradicional del retrato, proponiendo un espacio donde la figura no necesita ojos para comunicar, sino que se revela en su presencia silenciosa y en su relación con el dibujo, que vuelve a tomar protagonismo a través de su sombra, -esta vez un poco más leve- en referencia a Haruki Murakami.
Es como si la obra nos recordara que el arte contemporáneo no solo busca representar, sino también invitar a la reflexión, a la introspección y a la reinterpretación constante. En este sentido, la obra se alinea con las ideas de Walter Benjamin sobre la obra de arte en la era de su capacidad de reproducción técnica: un espacio abierto a múltiples lecturas y a la participación activa del espectador.
Esta serie es un espejo de nuestra propia condición, un espacio para desafiar la mirada más allá de la superficie, a entender que en la sencillez aparente reside una complejidad que solo puede ser apreciada en su totalidad mediante la mirada atenta y el diálogo constante.
Añadido el